¿Le
tienes miedo a equivocarte?
Muchos de
nosotros crecimos en una cultura donde equivocarse estaba penado. En la
escuela, en la casa, en el trabajo. El error no era parte del proceso: era una
falta, una vergüenza, algo que había que evitar.
Y así nació
algo muy común: la parálisis por análisis. Pensábamos tanto las cosas
que dejábamos de hacerlas. No
porque no pudiéramos… sino por miedo a la consecuencia.
¿Y cuál era
esa consecuencia en nuestra cabeza?
Escenarios catastróficos.
Rechazo, burla, fracaso, castigo.
Entonces
preferíamos no intentar.
Nos
consolábamos diciendo:
“Así tenía que ser”,
“Los tiempos de Dios son perfectos”,
“Mejor después”.
Y ojo, no
digo que la fe sea el problema. El problema es usarla como excusa para no
movernos.
¿Qué
pasaría si no le tuvieras miedo al error?
¿Y si en
lugar de huirle… lo abrazaras?
Suena raro,
¿no?
A mí también
me sonó extraño la primera vez.
Pero eso es
justo lo que aprendí en la improvisación.
En impro, el
error no se esconde, no se niega, no se castiga.
Se usa.
Te
equivocas.
Aprendes.
Sigues.
Sin drama.
Sin culpa.
Sin quedarte atorado.
Abrazar
el error NO ES:
- Volverte su amigo y quedarte
cómodo ahí.
- Quedarte esperando a que “algo
pase”.
- Equivocarte a propósito solo por
decir que estás intentando.
- Usar el error como excusa para
justificar tu mediocridad
(mediocre = medio cree, medio se compromete).
Abrazar
el error SÍ ES:
- Aprender de lo que pasó.
- Entender que lo importante no es
el error,
sino qué haces después de él. - Animarte a hacerlo, incluso con
miedo.
- Confiar en tu talento, tu
experiencia y tu proceso.
En
improvisación no se premia la perfección, se premia la presencia.
El error
no te define, te revela
El error no
habla de tu incapacidad. Habla de que estás en movimiento.
El verdadero
fracaso no es equivocarte. Es no salir nunca a escena.
La vida,
como la impro, no se ensaya. Se vive en tiempo real.
Así que la
próxima vez que aparezca el miedo, recuerda esto:
👉 No le tengas miedo al error. Tenle
miedo a quedarte congelado.
Y si te
equivocas…
respira, sonríe, aprende
y sigue jugando.

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