Seis de la mañana y el despertador suena, ha llegado la hora, salto de la cama; -y me dirijo a la otra habitación, ahí está dormido Gael, al cual sutilmente le digo; -es hora- él abre rápidamente sus ojos y desesperado me pregunta; -¿Se nos hizo tarde?- No Gael, es hora de irnos a correr.
Antenoche preparamos el equipo, son tantas cosas, que no sé cómo las cargaremos. Nos preparamos tan sólo una semana atrás, quizá suene petulante, pero para correr este maratón no necesitamos más. Salimos de casa, y ahí vamos los dos; -¿Al encuentro con la línea de salida?- déjame decirte que no:
–Nosotros somos de esos que se meten a correr… en el kilómetro 36-
Nos encanta arrancar desde ese punto, y hasta con orgullo lo decimos, incluso hasta medalla nos dan, no nos juzgues, al igual que tú soportamos el frío y tenemos que esperar hasta dos horas para comenzar.
Gael se empieza a desesperar y me pregunta:
-¿Ya comenzamos?-
-No Gael-
-Minutos después le digo; ¡Prepárate ahí vienen ya!-
Y justo ahí es que comenzamos, pero espera… llegado a este punto te quiero aclarar, porque quizás me estás entendiendo mal, Gael es mi nieto de 6 años de edad, yo soy su abuelo, un viejo de 72 años, con un cuerpo ya muy cansado, pero con el alma de un chaval de 15 años.
-Ya lo ves… por eso nos gusta meternos a correr… en el kilómetro 36-
Quizá ahora me estés juzgando aún más y piensas; -viejo tramposo que ejemplo le da a Gael- pero es el mejor. Como te dije, todo nuestro equipo es pesado ya que compramos varios kilos de naranjas tan sólo una semana atrás.
-Sí naranjas leíste bien, nuestra carrera es apoyar a todos esos que les gusta correr-
Y en este 36 Gael mira tu cara desencajada, él me pregunta que si puede correr a darte una naranja… Yo le digo anda ve a dársela, la recibes con tan efusiva sonrisa, que Gael me dice muy alegre al volver; -¡Abuelo, abuelo, me dijo gracias! Y con eso lo motivas a seguir entregando más y más-
Y así seguimos en este 36 y ahora Gael te mira a ti, con esa mirada que apuntas al cielo, quizá le pides fuerzas a los que ya tienes allá, a Gael sólo se le ocurre gritarte una espontánea cosa; -¡Vamos Campeona!- caray creo que le recordaste a la abuela que también desde allá nos apoya.
Gael cuan niño que es hace una pausa para peguntar; -¿Abuelo y por qué en el kilómetro 36?- nunca he corrido, así que le suelo responder, (espero estar bien):
Gael en este 36 dicen ellos que es donde las fuerzas los abandonan, que aquí es donde aparece lo que llaman –El Muro- aquí es donde los pensamientos los suelen traicionar e incluso algunas lágrimas llegan a derramar.
-Y es por eso Gael, que desde este 36 es donde nosotros también nos metemos a correr-
Desde mi carrera sigo a marchas forzadas cortando naranjas, y Gael sigue entregándotelas en tu mano, en la de ella y en la de él.
Y ahora pasas tú por este 36, Gael te ve caminando, y sólo se remite a preguntar; -¿Abuelo él va a perder?- Claro que no Gael, él a pesar de todo va a terminar y eso lo hará ganar, aceleras el paso y al verte Gael te apunta y me grita; -¡Abuelo mira tiene súper poderes como mi Superman!-
Uf aquí seguimos en este 36, nuestra carrera también es cansada hasta llegar al punto en que las naranjas lamentablemente se nos acaban. Pero esto no detiene a Gael en este 36, y como inocentemente me dice él; -Abuelo es hora de extender mi mano para pasarles todo mi poder- caray lo que no sabes es que tú eres el que se lo trasmite a él.
-Y así después de ver a todos los 3,500 corredores pasar, nuestra carrera también llegó a su final-
El tiempo pasó… ahora tengo casi 84 años, Gael tiene 18, él ahora es un atleta que compite por nuestro país, ayer en una entrevista le preguntaron quién lo había inspirado, Gael contestó; -primero mi abuelo que desde pequeño nos metíamos a correr en el kilómetro 36, la otra fue una anónima persona, un día corrí unos metros a su lado, le ofrecí una naranja, al terminar su maratón volvió a ese kilómetro 36, sólo a darme dos cosas… su medalla y unas palabras que salieron de lo más profundo de su corazón:
-Gracias pequeño, algún día serás un gran campeón-
Así que sólo me resta decir… siempre regala una sonrisa y un enorme gracias a todo aquel que te apoya en una carrera, porque nunca sabrás cuánto lo podrás llegar a motivar.
Compartámosle este pequeño homenaje a todos esos ángeles de banqueta que hacen más memorables todas nuestras carreras, porque al final los más poderosos recuerdos, son los que vivimos dentro de nuestros trayectos.
Lectura toma de de http://korridorimerino.com.mx/?p=1424
No hay comentarios.:
Publicar un comentario